José Consuegra Bolívar
Rector de la Universidad Simón Bolívar
El Heraldo
27 de febrero de 2023
El mundo clama el cese de hostilidades y la construcción de caminos de paz. Recientemente, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, expresó que “aunque hoy las perspectivas puedan parecer sombrías, todos debemos trabajar sabiendo que una paz auténtica y duradera debe basarse en la Carta de las Naciones Unidas y en el derecho internacional”.
Es inconcebible que después de 6.000 años de existencia, la civilización siga escogiendo la opción de la guerra para solucionar diferencias e, incluso, para conquistar y someter territorios, como era validado en épocas pretéritas, y a pesar de las duras lecciones que vivió la sociedad humana en el siglo pasado con la primera y la segunda guerras mundiales, las guerras de Vietnam y Corea y la invasión de Irak, entre otras.
Es el caso de la guerra entre Rusia y Ucrania, un conflicto que hace cuatro días cumplió un año y que inició a partir del fatídico anuncio del presidente ruso Vladimir Putin de una “operación militar especial” que, de inmediato, dio paso a la invasión al territorio ucraniano.
Han sido 369 días de destrucción, muerte, aniquilamiento, desplazamiento y sufrimiento para los ucranianos, pero también de zozobra a nivel mundial por la posibilidad del uso de armas nucleares que amenazan con profundizar y extender el conflicto.
Las estadísticas reportadas por la ONU dan cuenta de 8006 civiles muertos, entre ellos 487 niños, y 13.287 heridos, de los cuales 954 son menores. La mayoría de las víctimas resultaron afectadas por armas de largo alcance. Así mismo, han fallecido más de 200.000 militares de los dos países en conflicto.
Esta guerra sin sentido ha forzado a ocho millones de ucranianos a refugiarse en países europeos y otros seis millones han sufrido desplazamientos al interior de ese país. Así mismo, la ONG Educo denunció las graves consecuencias en materia educativa por la interrupción de la escolarización de 5,7 millones de niños y adolescentes, al igual que 2638 escuelas dañadas y 437 totalmente destruidas, lo que corresponde al 21 % del total de las edificaciones escolares.
Esta guerra también ha causado importantes efectos externos, en especial en el orden económico mundial, con el aumento del costo de productos tales como combustibles y fertilizantes, que agravaron las consecuencias de la pandemia.
El mundo clama el cese de hostilidades y la construcción de caminos de paz. Recientemente, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, expresó que “aunque hoy las perspectivas puedan parecer sombrías, todos debemos trabajar sabiendo que una paz auténtica y duradera debe basarse en la Carta de las Naciones Unidas y en el derecho internacional”.
Ante los riesgos de que se escale a una guerra nuclear que extermine a la humanidad y avasalle la naturaleza, se hace necesaria una salida concertada que lleve al fin del conflicto y a la reconstrucción de Ucrania.