Cuando hacia el año 2000 un grupo de editores, autores y amantes del libro se unieron a través de la Cámara Colombiana del Libro para crear una entidad que protegiera los derechos de copia de sus obras escritas en el país, nunca alcanzaron a imaginar el impacto que dicha iniciativa llegaría a tener con los años en el universo de las publicaciones escritas, la lectura y la academia colombiana.
“A mediados del año pasado hicimos un acercamiento con la Asociación Colombiana de Universidades – ASCUN y firmamos un convenio con ellos que involucra a decenas de universidades en Colombia. A raíz de ese convenio se empezó a normalizar el cobro de esos usos secundarios de las obras en el ámbito de las Instituciones de Educación Superior”.
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