José Consuegra Bolívar
Rector de la Universidad Simón Bolívar
El Heraldo
6 de marzo de 2023
Es necesario que estas problemáticas sociales, complejizadas durante siglos, sean abordadas por el Estado y la sociedad para superarlas y lograr que cese la recurrente discriminación y atropello a la dignidad de las personas que se definen en un género más allá de hombre o mujer.
La definición del género construida por la civilización se instituyó y validó solamente con los patrones masculino y femenino, basados en las características anatómicas y biológicas, focalizando, especialmente, los genitales y, a partir de allí, se demarcaron la personalidad, la sexualidad, la conducta, los roles sociales, las actividades laborales e, incluso, los espacios de reconocimiento y poder.
Lamentablemente, en la historia de la sociedad occidental, aquellas personas que no llenaban con claridad los requisitos que se exigían para su clasificación eran sometidas a la obligatoriedad de vivir encasilladas en uno u otro género, lo cual, a la larga, les conducía a vivir de manera limitada, sin el desarrollo pleno de sus características naturales y escondiendo su identidad. Esta situación ha sido definida popularmente como “vivir dentro del clóset”.
La gesta histórica por el reconocimiento de la diversidad junto a los análisis e investigaciones antropológicos, filosóficos y biológicos promovieron la apertura del diálogo propositivo y la resignificación del concepto de género y su relación con el sexo y la sexualidad.
Un hito contemporáneo lo constituye el trabajo de la filósofa estadounidense Judith Butler (‘El género en disputa’-1990), quien, retomando planteamientos de Focault, de Beavouir, entre otros autores, plantea que el género es una construcción cultural, pero también es un espacio de libertad, que, de hecho, es performativo: “…los géneros no pueden ser ni verdaderos ni falsos, ni reales ni aparentes, ni originales ni derivados”.
Otro análisis trascendental lo constituye el ‘Manifiesto contrasexual’, del filósofo español Paul B. Preciado, que propone sustituir el “contrato social” por un “contrato contrasexual”. Dice que, en este marco, “los cuerpos se reconocen a sí mismos no como hombres o mujeres sino como cuerpos hablantes, y reconocen a los otros como cuerpos hablantes”.
Es necesario que estas problemáticas sociales, complejizadas durante siglos, sean abordadas por el Estado y la sociedad para superarlas y lograr que cese la recurrente discriminación y atropello a la dignidad de las personas que se definen en un género más allá de hombre o mujer.
Temas tan importantes como este serán analizados en el Doctorado en Estudios de Género, Políticas y Desafíos Contemporáneos que le acaba de ser aprobado a la Universidad Simón Bolívar, primero de su tipo en Colombia, abriendo y promoviendo un espacio académico y científico al estudio y solución de las problemáticas sociales inherentes al género.